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LITERATURA COLOQUIAL, NARRATIVA, POLITICA, CIENTIFICA, TRAGEDIA, COMEDIA, NOVELAS Y COMENTARIOS.

sábado, 20 de febrero de 2010

La Reina de los Zancudos


Introdución

La Reina De Los Zancudos, es una obra con apuntes de humor caustico, polifacética donde se conjugan en forma coloquial apuntes históricos de Puerto Tejada con énfasis en la colonización antioqueña, factores culturales y clínicos como la disfunción eréctil del origen clínico, sus secuelas, el alcoholismo y la drogadicción.



LA REINA DE LOS ZANCUDOS

Indice


1º) LA REINA

2º) DISFUNCION ERECTIL CLINICA

3o) PRIMER ATENTADO

4º) LA ADOPCION

5º) SEGUNDO ATENTADO

6º) MUERTE DEL CORONEL

7º) EL CONCIERTO DEL PEDREGAL Y LA GATIADA DE JAIME

8º) ENCUENTRO AMOROSO

9º) MISA NEGRA Y ORGIA

10º) LOS CANES Y EL INCIDENTE DEL PARQUE PANAMERICANO

11º) LA NOCHE DE LOS ZANCUDOS

12º) ROMPIMIENTO AMOROSO

13º) MUERTE DE ALICITA

LA REINA

Alicita le llamaban sus amigotas, Alicia su nombre; nacida en el puerto fluvial mas norteño del departamento otrora grande del Cauca, en las convergencias de los ríos Cauca y Palo, donde llegaban los barcos a vapor alimentados con los leños de los cada día mas descuajados bosques ribereños, naves que surcaban las aguas del gran río Cauca descargando la heterogénea mercancía de sus hinchados vientres; cargas disímiles en su totalidad: Personas, animales, plantas, mercancías, maquinaria; elementos humanos, animales, vegetales y materiales que absorbía la región Vallecaucana ante la arremetida de la colonización interna que se daba en Colombia y en forma especial por la colonia Antioqueña que se empeñada en conquistar tierras y mercados que se conjugaban con la agricultura y la ganadería.

Alicita nació ahí en ese puerto fluvial al que llegaron sus padres procedentes de departamento de Antioquia a principios del último siglo del anterior milenio, llamados por las oportunidades de enriquecimiento que ofrecía el puerto, por aquel entonces gran productor agrícola y ganadero, destacándose la producción de cacao, donde un día desembarcaron del vapor Cabal en el muelle del pueblo, buque posteriormente se hundiría en el rio Cauca el 7 de Diciembre de 1.924 en el remolino Román en las cercanías de Guacarì, Valle.

Don Juan De Dios y su esposa Doña Alejandrina, ligeros de maletas y aún sin hijos, una vez que pisaron tierra caucana recorrieron las calles enlodadas y polvorientas del poblado, donde después de saltar algunos charcos avistaron el estanco departamental y optaron por entrar en el establecimiento con el fin de obtener información acerca de la ubicación de un hotel donde pudieran pasar su primera noche en aquel antiguo palenque convertido ya para la época en un pujante y prospero municipio, polo del desarrollo regional del norte del departamento del Cauca.

Después que Juan saludó al estanquero, se tomó un trago de aguardiente y su esposa un refresco, hicieron algunas preguntas a aquel manifestándole el deseo de radicarse en el pueblo, mientras que en su interior gestaban las ideas a fin de escoger la actividad laboral a que se dedicarían al lograr establecer raíces en aquel puerto.

Mientras esto ocurría Don Juan observó como los habitantes del pueblo consumían bebidas embriagantes en un día de semana, jueves por cierto. También observó Don Juan como los habitantes eran igualmente asiduos consumidores de dulces procesados del azúcar y la panela.

Informados por parte del estanquero sobre la ubicación del hotel, los esposos se dirigieron por la calle paralela al rio, y en sentido contrario a su curso caminaron hacia la Plaza Chiquita, sector donde se alojaron a pasar su primera noche en aquel puerto.

Poco fue el sueño que disfrutaron, durmieron poco porque esa noche soñaron despiertos tratando de encasillar el futuro en actividades que les permitieran realizar el sueño de sus vidas.

Ya a la madrugada los esposos lograron dormirse después de repasar posibilidades y pretender levantarse temprano al día siguiente para explorar en la realidad las oportunidades que les ofrecería ese hasta ahora desconocido pueblo de sus aspiraciones.

Levantaronse tarde a la mañana siguiente, ya que el cansancio del viaje y la gran parte de la noche que pasaron en vela fundieron a la pareja en un profundo sueño en el que soñaban dormidos los sueños que pretendían realizar y que soñaban también despiertos.

Un extraño sueño despertó sobresaltada a Doña Alejandrina: soñaba que paseaba por la orilla de un río buscando un sitio donde llegar a las aguas y tomar un baño, ya que un abrasador calor la invadía y sudaba profusamente.

Al abrir sus ojos, efectivamente Doña Alejandrina sudaba abrazada a su esposo Juan De Dios. El también despertó sobresaltado. Miraron el reloj despertador que para aquel amanecer no habían escuchado como era costumbre. El reloj marcaba las once de la mañana y para esa hora la temperatura alcanzaba los treinta grados centígrados. Hicieron uso del lavabo y se dirigieron al comedor del hotel en busca del desayuno. Obtuvieron información adicional sobre el pueblo y salieron a caminar en busca de una vivienda en alquiler que les permitiera establecer domicilio en aquella población y desarrollar alguna actividad comercial de acuerdo a las aspiraciones de la pareja. Después de recorrer por algunos lugares del pueblo solicitando la vivienda en alquiler y conversando con algunas personas que curiosamente también les hacían preguntas al notarlos que eran forasteros, los recién llegados lograron ubicar una casa que daban en arrendamiento.

Era una casa de bahareque construida en un lote de mayor tamaño al que ocupaban las dos piezas, la sala, la cocina y en el fondo un solar que tenia árboles de naranjos, nísperos, caimitos, sapotes, unas matas de bananos y plátanos e incluía un servicio de letrina a la que se accedía por medio de gradas, letrina construida en ladrillo quemado y cemento y que sobresalía del nivel común del resto de la casa.

La casa pertenecía a una dama del pueblo que tenía varias para alquilar. Don Juan y Doña Alejandrina dialogaron ampliamente con la propietaria del inmueble intercambiando preguntas sobre inquietudes que las partes tenían acerca de cada quien. Acordaron las condiciones del contrato y los esposos resolvieron volver al hotel donde se habían hospedado y dejado sus ligeras maletas.

En el retorno al hotel observaron con mayor cuidado las actividades que realizaban los lugareños, procurando entrever o vislumbrar indicios y factores determinantes para establecer alguna clase de negocio, ya que el propósito de la pareja era el de vincularse al comercio.

En su recorrido aparte de lo observado el día anterior vieron que el consumo de tabaco era abundante.

Al regresar a la vivienda que habían alquilado hablaron de nuevo con la arrendadora quien vivía en la casa contigua, enterándoles sobre lo relacionado con el tabaco y los dulces.

La arrendadora les dio indicaciones sobre la forma de producir el dulce y donde conseguir los tabacos. Don Juan le averiguo a su interlocutora donde encontrar una carpintería.

Manifestándola a su esposa que iba a salir de nuevo, esta vez solo, Juan De Dios se despidió no sin antes decir a Alejandrina que regresaría pronto.

Al cabo de dos horas Don Juan de Dios regresó cargando a sus espaldas un bulto consistente en un saco de fique usado para empacar. Empezó a desempacarlo de inmediato. Extrajo de él dos ollas, una chocolatera, un molinillo, dos platos, dos tazas, dos cucharas, un cuchillo y víveres para la cocina.

Luego de dejar a disposición de Doña Alejandrina estos elementos Don Juan salió de nuevo de la casa y se dirigió hacia la parte comercial del pueblo, sector comprendido por la PLAZA GRANDE Y LA PLAZA CHIQUITA.

Observó en detalle los movimientos comerciales; llegó a una tienda donde vendían madera aserrada y compró una tabla cepillada, un bastidor y una caja de clavos de dos pulgadas. Se dirigió a la carpintería cercana donde previamente había hablado con el maestro carpintero para que le construyera una chaza, entregó los materiales al carpintero y una vez mas le explicó la forma en que debía elaborar el elemento que seria básico para iniciar su actividad comercial al día siguiente.

Juan de Dios recorrió gran parte del pueblo y logró comprar cuatro atados de tabacos comunes, dos paquetes de tabacos especiales, una paca de cigarrillos K.D.T. , una decena de cigarrillos EL SOL, llamados popularmente patialzados, cinco paquetes de dulces de panela y dos paquetes de dulces de azúcar, además de un cuadernillo de papel para envolver.

Empacados en su costal de fique los elementos antes relacionados, Juan De Dios regresó a la vivienda donde dejó la mercancía sobre una mesa que le había prestado Doña Arcenia, su vecina y arrendadora.


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